Lindo domingo de mayo que amaneció nublado pero a medida que avanzaba el tiempo las nubes dejaron su lugar a un sol pleno.
Paraná en descenso hasta la desembocadura del Paraná Viejo, y en la boca de Los Marinos apareció un lugar alto con un lindo monte de sauces. Allí nos quedamos a comer.
El regreso fué por Las Lechiguanas, muy tranquilo, mejor imposible; cruzamos solo dos lanchas (o sea que casi no sufrimos el "aroma" de los motores 2T).
El Paraná Viejo estaba a nuestra disposición y a la de otros dos kayakistas, que seguramente venían disfrutando como nosotros de los sonidos y los aromas de la madre naturaleza.
El regreso fué por Las Lechiguanas, muy tranquilo, mejor imposible; cruzamos solo dos lanchas (o sea que casi no sufrimos el "aroma" de los motores 2T).
El Paraná Viejo estaba a nuestra disposición y a la de otros dos kayakistas, que seguramente venían disfrutando como nosotros de los sonidos y los aromas de la madre naturaleza.
Estaba todo tan lindo que no daban ganas de volver. El último tramo lo navegamos de noche, y culminamos una vuelta al mundo perfecta, y con amigos.
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