Los remeros del llano entraron en el gran delta del Paraná navegando 100 kilómetros en tres días. Tres días en que la madre naturaleza nos demostró, una vez más, su inmensidad y belleza sin límites.
La grandeza del imponente río, los constantes zigzagueos del Paraná Pavón con sus frondozas costas y los vaivenes del zanjón del ceibo, banderita y el cavado marcaron un derrotero cargado de panoramas, aromas y sonidos que sólo puede ofrecer la madre mística.
Tres días cálidos, iluminados, perfectos, y por las noches la luz de la inmensa luna poniendo su manto sobre los campamentos; y a modo de ritual en las pascuas kayakeras allí estuvieron los frescos malbec, los branca más frescos aún, regando las asadas carnes.
Estuvieron en el ritual: Mauricio, Vilma, Carolina, Gustavo A. y Gustavo M.
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